Dos meses han pasado ya desde mi regreso. Dos meses en los que no ha habido un día que no haya echado de menos el campamento donde viví este verano una de las mejores experiencias de mi vida. Y cuando hablo de “campamento” no me refiero solo al lugar, sino a las aventuras, a las excursiones, a las risas, a los abrazos y, sobretodo, a la gente.
Llegué allí sin saber muy bien donde estaba, qué se esperaba de mí, cómo sería todo… y, gracias a todo el apoyo de Travelingua, de mi familia, de mis compañeros e, incluso, de los campers, conseguí encontrar mi lugar y adaptarme a aquella nueva aventura que me ha permitido vivir un verano de ensueño.
Los campers llegaron a dejar en mi corazón un huella que seguirá allí marcada por el resto de mi vida. Vivir en una cabaña llena de niños o, en mi caso, de adolescentes, no fue siempre cosa sencilla. Sin embargo, poco a poco, y día a día, te das cuenta de que detrás de cada uno de ellos hay una historia, y que, si prestas atención y tú les dejas, podrás ser cómplice de un millón de aventuras que seguirán creando aquella historia que les ayudará a crecer y les convertirá en la persona que llegarán a ser algún día. Cada camper, sin duda, contribuyó con su granito de arena a convertir este verano en uno inolvidable para mí y en hacerme ver la vida de una manera muy distinta, y yo, estoy segura, he aportado mi granito para convertir su verano en uno para jamás olvidar y, con un poco de suerte, les habré también aportado algo que lleven con ellos para siempre, aunque sea un recuerdo que les saque la más tímida sonrisa.
Del campamento me he ido con muchas amistades nuevas que, no cabe duda, van ya a durar para siempre. Son muchos los momentos que se viven en tres meses, y todos los compartes con tus compañeros. Desde el día 1, en el que no teníamos ni idea ninguno de qué iba a pasar, pasando por el día 30, en el que ya empezábamos a encontrar nuestro sitio, hasta el día 75, en el que decíamos adiós al lugar donde habíamos compartido tanto y que tanto nos había hecho vivir. Son muchos los momentos que se vivieron en aquel lugar, codo con codo, haciendo frente a las dificultades, trabajando, animando, sonriendo, viviendo, todo, juntos. Esos compañeros que se acabaron convirtiendo en amigos y que ahora, ya se consideran familia.
Tuve la idea de llevar conmigo una libreta donde escribir mis pensamientos, mis reflexiones, mis aventuras, mi día a día. El otro día, ojeando aquellas páginas (que acabaron siendo muy pocas, debido al poco tiempo que tenía para escribir porque siempre encontraba mil y una cosas que hacer con los campers o con los demás monitores), me di cuenta de lo mucho que esa experiencia me había hecho crecer. Conoces a personas de entornos muy distintos, costumbres y tradiciones que, a ti, pueden parecerte un poco extrañas, y te das cuenta de la riqueza del mundo en el que vivimos, de la variedad, la diversidad, y de que todo tiene su sentido, siempre y cuando lo mires con la perspectiva adecuada. Esta aventura me ha permitido aprender a observar todas las situaciones de mil maneras distintas, y me ha enseñado que, aunque a veces no lo parezca, todo tiene mil y una soluciones más de las que a simple vista se aprecian.
Junto con aquellas páginas que tantos recuerdos me trajeron, tenía 16 notitas de aquellos compañeros, que habían sido amigos y ya consideraba familia. En la girls village de mi campamento, tuvieron la idea de hacer una gran pancarta con sobres, cada uno con la foto de cada una de las monitoras, donde tanto las campers como las demás counsellors podían dejar notas de apreciación o mensajes positivos para aquella persona. A parte de las notas que mis campers me fueron dejando, la última semana recibí también mensajes de aquellas compañeras con las que tanto había vivido. El otro día, ojeando aquellas notas, me di cuenta de lo afortunada que había sido por tener la oportunidad de vivir aquella experiencia junto a personas tan increíbles.
Es por esto que, para terminar, querría dar las gracias a todos aquellos que me han permitido vivir el mejor verano de mi vida: empezando por mi madre, que me apoyó en todo momento, y mis amigos, que han hecho que mi vuelta sea un poco más llevadera; siguiendo por los campers y mis fellow staff members, que tienen gran parte del mérito; y terminando por Travelingua quien, al final, ha sido quien ha hecho posible que todo esto sucediera.
A todos aquellos que dudan, que están invadidos por miedos, que no confían en que sean suficientemente fuertes para estar todo el verano fuera de casa, que no confían en su inglés o que simplemente no se atreven a salir de su zona de comfort, les animo a atreverse, a dar el primer paso que les conducirá a vivir la experiencia de su vida, a vivir el mejor verano que alguien pudiera imaginar.
Laura Trigueros
Monitora de Campamento en Maine – YMCA con el programa de Travelingua CAMP USA